serie: ESCENAS
PERDIDAS DE THTV
os: DIRTY
THIRTY
(10 The Dirty Thirty -
Tokio Hotel TV 2017 Official)
Era 31 de marzo, y el
mayor de los cuatro integrantes de Tokio Hotel llegaba a sus 30 años. Estaban
en Múnich y sabían que esa noche tendrían fiesta tras el show aunque no
pudieran pasarse de copas porque habría otro show la noche siguiente, en
Hannover.
Las fans de la banda
seguían comentando que Shermine, la bella modelo de origen iraní, parecía estar
en muchas ciudades donde ellos se presentaban, pero por más que paparazzi y
fans muy dispuestas a acampar afuera del hotel en que se quedaban esperaron
captar algo de ella cerca de Tom, o al menos de Bill, o tan siquiera del staff
de la banda, nada de eso se dio. No obstante, a pesar de que no hubiera ni una
sola prueba, el rumor era que ella estaba allí por Tom.
A Bill le parecía
bien: él había aceptado el plan de Nora, su manager de publicidad en Alemania,
de dar pistas —tanto él como Shermine— que los asociaran: los Kaulitz y la
modelo, ex Miss Alemania y perseguida por los medios sensacionalistas; pero era
Tom el que no estaba muy de acuerdo. Tom estaba avizorando otro gran circo de
esos que lo hacían perder la paciencia y sentirse como una marioneta a la que
otros le halaban los hilos, y sabía que sería él el escogido para llevarlo a
cabo, puesto que era más creíble para las fans, y porque él no permitiría que
Bill se involucrara en escenas románticas con ninguna mujer: no lo había
aceptado cuando todavía confiaba ciegamente en él, y mucho menos lo aceptaría luego
de sufrir su infidelidad. Tan contrariado estaba que prefirió quedarse poniendo
a punto algunas cosas para el show de esa noche con el staff en vez de la
salida que los demás harían para agasajar al cumpleañero, cuya novia había
venido también a pasar tiempo a su lado.
Cuando regresaron,
hubo ensayo, y muy poco tiempo para hablar de cosas íntimas, pero Bill sabía
que Tom estaba molesto, habían aprendido a leerse perfectamente y Tom incluso
podía estar bromeando o sonriendo, que Bill podía saber si eso era falso y
debajo de todo estaba resentido, amargado o estresado. Esta vez, Bill sentía
todo eso llegándole desde su gemelo; sabía que necesitaban hacer algún pequeño
tiempo para aclarar las cosas.
—Tom, te veo agotado
—dijo en voz alta para que todos le oyeran—; seguramente no descansaste nada
mientras nosotros fuimos al lago; de este modo esta noche no estarás bien.
—Estoy bien —Tom
levantó el rostro con petulancia—, y lo haré muy bien esta noche.
—Seguro sí, si
descansas un poco; no quiero que te desmayes de extenuación frente al público.
—Bill, no exageres,
yo... —al fin Tom pudo captar la mirada de Bill y entendió lo que ocurría: Bill
pretendía crearles un tiempo a solas—. Está bien, tienes razón, iré a tomarme
una pequeña siesta.
Los Gs se miraron y
sonrieron; también ellos habían aprendido a leer las señales de sus amigos...
—Sí, mejor toma tu
siesta de belleza, queen T —chanceó Gustav y le palmeó el hombro— yo voy por
una cerveza.
Tom se adentró en los
camerinos; encontró un cómodo sofá y se recostó sobre él; cerró los ojos. No
pasaron ni tres minutos cuando los abrió para ver a Bill inclinado sobre él.
—Uh, creí que te
habías dormido de veras...
—¿No es lo que querías
que hiciera?
—No, sabes que no.
—No sé nada, Billy. A
veces me confundes últimamente. Quieres que seamos más libres pero te prestas a
iniciar una nueva farsa, y lo peor, que yo sé que voy a terminar pagando las
consecuencias...
—¿Por qué?
—Ah, vamos, no te
hagas el tonto, que no lo eres. Ya me han creado una novela con Shermine en la
que solo falta que se embarace de mí y tenga gemelos...
—Cosa muy difícil ya
que nunca has tenido sexo con ella.
—Ni lo tendré...
—Ni lo tendrás... claro
que no. ¿Crees que yo soportaría compartirte aunque fuera por algo falso?
—Pero eres tú quien
nos sigue poniendo en estos aprietos. ¿Qué pasa si la chica sigue insinuándose
como lo hace? ¿Qué pasa si se crea una situación en que tenga que asumir ir a
la cama con ella o simplemente decirle que eso no va a pasar?
—Le dirás que eso no
va a pasar.
—¿Y con qué razón?
—No la necesitas; pero
puedes decir que eres gay...
—Ajá... ¿y le digo que
le cuente eso a la prensa? ¿Para que se derrumbe todo el trabajo de años con mi
imagen de macho mujeriego?
—Sí, tienes un buen
punto ahí —Bill se sentó a su lado sobre el sofá, y puso una mano sobre su
muslo, creando instantáneamente una corriente de excitación en Tom. Cada toque
entre ellos era así, especialmente cuando estaban rodeados de muchas personas
que no conocían su secreto, cuando podían ser atrapados teniendo actitudes poco
fraternales, la adrenalina ponía todo en
un nivel más alto. Empezó a acariciarlo y Tom solo le tomó el rostro, lo volteó
hacia él y atrapó sus labios. Cuando se separaron para respirar, Tom trajo a
colación algo que había recordado en ese momento...
—Durante el tour de
Humanoid, me la pasaba colándome cuando te alistabas los vestuarios para...
relajarte... ¿recuerdas?
—¿Relajarme? Más bien
me dejabas todo excitado y sucio justo antes de salir al escenario, ¡eras un
idiota!
—Aún lo soy... —Tom se
deslizó, logrando colocarse entre las piernas de Bill, con su cara al nivel de
la erección que se marcaba a través de la tela de los pantalones, y a la que
pronto liberó mientras Bill protestaba sin muchos deseos.
—No hagas esto ahora,
podrían atraparnos... Tomi, Sandra está por allá afuera grabando...
—Todo eso que dices
solo me excita más, ¿sabías? —dijo Tom antes de tomarlo en su boca.
Él realmente era un
experto en ese arte, el arte de hacerle blowjobs a Bill y solo a Bill, un arte
que había perfeccionado con la experiencia de muchos años... Y los blowjobs en
el tour, a pocos metros de su staff, cuando tenían que intentar no gemir muy
alto y cerrar bien las puertas, eran su especialidad. Normalmente él se
controlaba mucho cuando estaban rodeados de gente, y dejaba para la casa de
ambos, o para las habitaciones compartidas de hotel, toda esa espontaneidad,
pero aquel se había convertido en una especie de ritual para él, uno en que se
demostraba a sí mismo qué clase de poder ejercía sobre la voluntad de su gemelo, y eso le hacía
sentir más en control, menos vulnerable. De ese modo, en pocos minutos tuvo a
Bill gimiendo su nombre, respirando agitado y dejando salir su semen. Con su
otra mano se había ocupado de su propio placer y mientras tragaba todo lo que
su gemelo había dejado en su boca, las olas del orgasmo lo alcanzaron también.
Se quedaron unos minutos recuperando fuerzas antes
de que Gustav aporreara la puerta.
—Más vale que ya hayan terminado su “siestecita” y
empiecen a alistarse. Y el camerino es para todos, recuerden...
Tom fue el primero en salir, Bill aún tenía que
limpiar las huellas de lo que ambos habían hecho ahí dentro. Cuando abrió la
puerta, lo esperaba una broma pesada de Gustav y la cámara de Sandra enfocada
en las reacciones de su rostro: no pudo evitar sonrojarse un poco.
Mientras se cambiaba la ropa a la que usarían para
el show, fue su siempre compinche Georg quien hizo otra broma...
—Límpiate, Tom, te quedó algo junto a los labios...
Algo nervioso pero sonriente, recordando su hazaña,
Tom se pasó la lengua por los labios y Georg lo imitó, Sandra captó también el
momento con su lente, así que Georg esperó que ella se alejara para entrar en
detalles sucios.
—Son mis 30, y ustedes están celebrando sin mí,
escondidos por ahí... Te estabas comiendo el “pastel”....
—No tu pastel de cumpleaños, ese está a salvo...
—Ya sé, te estabas comiendo otro... te lo tragaste
todo, ¿no?
—¡Sister G, eres un pervertido! ¿Estabas escuchando
tras la puerta?
—¡No! No es mi culpa que Bill tenga esa voz
afinada, y que cuando gima se le ponga más aguda, yo solo estaba velando porque
no los atraparan, muy cerca de la puerta... para evitar que alguien entrara...
—Ya... gracias entonces —Tom se rio y Georg le hizo
eco.
—Parece que eres todo un especialista, escuché algo
de... “Ah, cada vez lo haces mejor, Tomi...” y “sí, sí, trágatelo todo”...
—Basta, Georg —Tom estaba un poco avergonzado ya—,
pareciera que te excitamos... los Kaulitz... juntos...
—Solo un poco —se rieron de nuevo, y Georg lanzó
otra broma sucia—. ¿Por qué? ¿Han pensado hacerme algún regalito de ese tipo?
—¡Georg! —Tom casi se escandalizó—. Te dejaré pasar
eso porque es tu cumpleaños, pero escúchame bien: puedes desear este cuerpo que
ves aquí —se señaló a sí mismo— pero el de mi gemelo idéntico, ni siquiera
puedes imaginarlo mucho porque te las verás conmigo...
—Tranquilo, ja, ya sabía eso, no en balde soy sister
G, ¿verdad? Me encantan ustedes dos juntos, y saben que siempre pueden contar
conmigo para apoyarlos...
—¿Te “encantamos juntos”? O sea, tu fantasía es más bien mirarnos...
bueno, tal vez si lo hablo con Bill él podría aceptar...
—No, no, idiota, tienes la mente más sucia que
yo... que es mucho decir —las carcajadas volvieron a resonar; luego Tom abrazó
a Georg apretadamente.
—Te quiero, Geo, gracias por existir. Eres como un
hermano para nosotros...
—¡Oh! Eso no me tranquiliza mucho, ya sé que tú y
Bill tienen una cierta confusión entre lo de hermanos y... otras categorías no
tan fraternales...
Tom no respondió más que con otra risa
descontrolada y un ligero golpe a la cabeza del bromista, cuando Gustav se les
unió.
—Bueno, yo también quiero formar parte de lo que
sea que están haciendo aquí...
—Solo felicitaba a Geo... —sonrió Tom.
—Y yo le decía a Tom algunas cosas sucias que
escuché por ahí...
—Ah, eso, sí, yo también escuché un poco...
—Ah, no, no te creo... —dijo Tom en un tono
juguetón.
—Por cierto, ¿dónde está Bill? Hay que ver si no se
le afectaron las cuerdas vocales...
—¡Exagerado!
—¡Tú debes haber exagerado, Tom! ¿Dónde dejaste a
Bill? Ya tenemos que activar el Power Ranger... —Sandra los había encontrado
otra vez y estaba filmando—. Bill, sal ya —Georg empezó a tocar todas las
puertas mientras caminaban.
Bill se les uniría momentos después, con una
sonrisa de esas que iluminaban todo a su alrededor. Tom se acercó a él y le
susurró: ¡Feliz concierto, bebé!
—Lo será —susurró a su vez Bill mientras se las
arreglaba para apretarle la mano mientras caminaban—. ¡Y habrá Feliz Cumpleaños
para nuestro Georg! —gritó esta vez.
—Nuestro sucio sister G, en sus sucios treinta
—gritó a su vez Tom.
—¡Miren quien habla de sucio! —se rio Georg y
Gustav hizo una de sus imitaciones de fans chillonas:
—¡Torg, bello!, pero mejor el Toll, ¿no? —le guiñó
un ojo a Bill—. Georg es el cumpleañero, pero ustedes Kaulitz siguen siendo mi
pareja favorita...
—¿Lo escuchas, Bill? Estos dos quieren meternos mano
—chanceó Tom.
—Tienes una mente muy sucia, Tom —corroboró Bill y
los cuatro rieron antes de entrar al escenario.
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