VIII
Tom se estaba planteando seriamente cambiar de
número telefónico, y pedirle a sus amigos que nadie se lo fuera a pasar a
Shermine, así eso fuera el colmo de la grosería para con ella; pero es que ya
estaba cansado de sus reclamos. Ella le echó en cara haberla usado, haberla
dejado creer que le gustaba, y Tom solo pudo responder que ella en verdad le
gustaba (aunque no fuera cierto, tenía que guardar las apariencias) pero no lo
suficiente como para convertirla en su pareja, que era lo que percibía ella
estaba buscando. Luego ella cambió la estrategia, y propuso que perfectamente
podían ser “amigos con beneficios” y tener sexo satisfactorio para ambos, que
si lo había detenido antes pensar que asumiría un compromiso ya no era
necesario; responder a eso era más difícil para Tom —porque no podía decirle
que su gemelo/esposo era demasiado celoso para soportar que tuviera sexo con
alguien más, ni tampoco que en verdad no le gustaban las mujeres, que tener
sexo con una mujer era un sacrificio que solo había hecho una o dos veces en su
vida por causas más que justificadas, y este no era el caso—, así que se escudó
con el trabajo, el estrés, su divorcio aún no terminado. Deseaba poder mandarla
a la mierda sin tantos miramientos y acabar de una vez con la tortura, pero
sabía que eso no era posible, no en ese momento: todavía necesitaban la
publicidad, todavía tenían que coincidir con ella en su círculo de amigos y
negocios en Alemania, todavía ella podía hacer declaraciones nada favorables
para su imagen.
Bill tampoco tenía mucha paciencia para
escucharlo darle excusa tras excusa a Shermine, y más bien deseaba lanzar el
teléfono contra algo que lo hiciera añicos, como ya había hecho otras veces
antes.
Caro llegó a L.A., Bill la llevó de compras por
la ciudad, almorzaron luego juntos, y la noche siguiente Bill y Tom la
escoltaron a varios de los mejores clubes nocturnos en West Hollywood.
—Así podrás decir a tu novio que tenías dos
guardaespaldas —bromeó Tom y ella rió; Caro era en verdad bellísima y
simpática, pero por alguna razón Tom no se sentía amenazado cuando ella estaba
con Bill.
—Sí, ustedes han sido unos amores, demasiado
amables conmigo; la próxima vez, Tom, quiero que compartamos más los tres…
—Ouch, ¿te aburriste cuando saliste sola conmigo?
—Bill puso cara de herido pero sin abandonar el tono bromista que imperaba
entre ellos esa noche.
—No, bobo, claro que no —ella se rió—, pero Tom
es muy gracioso, no puedes negarlo.
—No lo niego —Bill miró a Tom
significativamente—, a mí siempre me hace reír; Tom alegra mi corazón.
—Soy tu sol… —Tom intervino, llevando la broma un
poco más allá.
—Eso —repuso Bill y los tres rieron.
Se fueron a dormir casi cuando amanecía, y
quedaron en que los Kaulitz llevarían a Caro al aeropuerto al día siguiente, y
ella los invitaría a comer algo antes.
Después de regresar a la casa, al fin los Kaulitz
se vieron solos y sin ninguna obligación fuera de ellos mismos, su música y sus
bebés perros. Se concentraron en disfrutarse, en apretar más los lazos que los
unían, en los días que quedaban antes de su viaje a Europa.
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La villa Rizzo era sencillamente espectacular,
así como el paisaje en que había sido edificada. El arquitecto había sido el
propio dueño, Davide Rizzo, quien los había invitado a pasar unos días de
descanso en su paraíso particular, en muy buena compañía: aparte de Daniel
Zeitz, la pareja de Davide, formaría parte de la pandilla otra pareja gay, los
buenos amigos de los Kaulitz —especialmente de Bill— Mumi Haiati y Marc Goehring.
Precisamente el hecho de que serían dos parejas gay quienes los acompañarían,
preocupó en un inicio a Tom.
—¿No te parece que nuestras fans pueden sacar
conclusiones de eso? —preguntó cuando todavía iban en el avión hacia Italia;
Bill le ofreció una sonrisa maliciosa.
—Ya sabes que me gusta provocar.
—Bueno… —Tom solo alzó los hombros, dando a entender que para él estaba bien.
—Y la zorra sigue en Positano; imagino que estará
vigilando mi instagram, esperando que la contactes.
—Uh, sí, me dan escalofríos cuando recuerdo que
me mandó sus imágenes mostrando que atrapó el ramo de la novia: si va a ser la
próxima en casarse, más vale que acabe de notar que no lo hará conmigo.
—Ya estás casado, legalmente con Ria, y
espiritualmente conmigo, así que ni modo…
—Ni aunque estuviera soltero; no me casaría con
ella.
—Ya lo sé, Tom Tom —Bill se rió.
Fue una semana divertida, tanto cuando estaban
con sus amigos que cuando se quedaban solos, porque el ambiente en la villa
invitaba a ser libre y se comportaban todos con mucha naturalidad. Cuando las
otras dos parejas se retiraban a su intimidad, nadie extrañaba que Bill y Tom
también se quedaran juntos en un mismo lugar (generalmente en la piscina, o en
su habitación); los demás no hacían preguntas incómodas ni se mostraban
extrañados por nada.
Ya los Kaulitz habían encontrado otros amigos así
antes, de esos a los que no había que explicarles nada de lo que pasaba entre
ellos para que lo entendieran y adivinaran sin necesidad de confesiones, por
ejemplo, los diseñadores gemelos Dean y Dan Caten, quienes también los habían
invitado en 2009 a pasar unos días en su mansión. Claro, en el caso de los
Caten la empatía era mayor porque ellos también eran gemelos en una relación
amorosa, eran muy libres y abiertos, y los Kaulitz tenían la esperanza de poder
llegar a la edad de ellos estando juntos y así de bien como pareja.
Con tan buen ambiente alrededor, los días pasaron
rápidamente y les costó tener que dejar esa paz para volver a Berlín, una vez
más teniendo que fingir delante de otras personas que solo eran hermanos muy
dependientes, escondiéndose detrás de máscaras, de imágenes de ellos que no
eran reales.
Pocos días antes del cumpleaños 28 de los
Kaulitz, asistieron, la banda en pleno, al show Inas Nacht, para promocionar el
nuevo single “Boy, don´t cry”, aunque
solo Bill y Tom participaron del diálogo que incluiría a otro invitado muy
conocido por Bill, el diseñador Wolfgang Joop, un hombre muy mayor que le
manifestaba su afecto al gemelo diez minutos más joven de un modo que a Tom lo
hacía sentir incómodo, así que eligió sentarse más cerca de este para alejarlo
de Bill.
La conductora del show logró sacarles varias
confesiones de su infancia y adolescencia, de sus inicios en la industria de la
música, pero uno de los momentos más calientes fue cuando ella preguntó a Tom
por su matrimonio y divorcio, y él contestó con evasivas y dándole poca
importancia al asunto; el otro, fue que Bill y Tom admitieran que vivían como
si ambos fueran una pareja. También les sorprendió que preguntaran a Tom qué
había de cierto en el rumor de que él tenía algo con Shermine; Tom salió del
mal paso afirmando no haber escuchado ese rumor. De todos modos, el show demoraría en salir al aire, y en unos días
más llegaría el 1ro de septiembre.
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La víspera, Tom regresó al apartamento que compartía
con su gemelo cuando estaban en Berlín —siempre que no tuvieran invitados a
Georg y Gustav, o Andreas, con sus respectivas parejas— y se encontró con
varias fans con las que tuvo que acceder a tomarse selfies. Sonrió para las
cámaras de ellas pero al encontrar de nuevo a Bill, su reacción fue muy distinta.
—¿Encontraste los cigarrillos? —Bill lo esperaba en ropa interior sobre la cama; planeaban pasar la noche despiertos, ver amanecer juntos entre besos y caricias: Tom había salido por los cigarrillos que se les habían terminado mientras Bill alimentaba y acomodaba para dormir a Pumba y Capper.
—Sí, y también a unas fans —su cara mostraba su disgusto—; me hizo recordar cuando entraron a nuestra casa en Hamburgo… Ya saben que vivimos en este vecindario, ¿y si otra vez tratan de violar nuestra privacidad?
—Espero que no, Tomi —Bill se incorporó sobre las rodillas y atrajo a Tom a sus brazos, él también estaba bastante traumatizado con el tema y cómo las autoridades policiales no hicieron nada por ellos, como si el hecho de ser famosos los hiciera culpables y no víctimas—. De todos modos, tengo planeada una sorpresa para ti, para… nosotros: mañana, después de la fiesta, nos iremos a una habitación de lujo en Soho House; estaremos apartados de todos, y lejos del alcance de intrusos y fisgones.
—Eso me gusta —Tom se acomodó mejor junto a Bill, se miraron a los ojos y comenzaron a besarse; era la madrugada de su cumpleaños 28 y así era como siempre querían empezar su cumpleaños: entre besos y caricias, uno en brazos del otro.
Después de dormir las horas debidas, pasaron el día de compras, todo el tiempo juntos, y eligieron uno para el otro los suéteres de Gucci que estrenarían; cuando Tom le mostró a Bill el que le había elegido y por qué, Bill se enterneció: por detrás tenía escrito “AMADO”, y era así como Tom quería que se sintiera; poco faltó para que Bill se lanzara a besarlo en medio de la tienda, pero se contuvo el tiempo suficiente para arrastrarlo a uno de los probadores y atrapar sus labios, pegar sus cuerpos, y luego mirarse a los ojos, abrazados.
—Otro año de vida a tu lado; sin ti, no querría vivir ni uno más.
—Tampoco yo; eso es lo que significa “As Young as we are”.
—Sí, justo eso.
—Pero no nos deprimamos; mira, ¡qué buena noticia que Shermine dejó de seguir tu cuenta de Instagram justo hoy!
—Ah, pues sí; debe estar molesta porque no la hemos invitado a nuestra fiesta.
—Ni a nada…
—Ni a nada; espero podamos mantenerlo así.
Al salir, se hicieron un selfie con su nuevo atuendo; sonrientes.
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Fue una fiesta encantadora; sin demasiada gente
ni demasiada locura; el punto exacto de diversión y bienestar. Y ya cuando
estuvieron solos en la habitación del hotel, y Bill terminaba de darse su ducha
mientras Tom lo esperaba bajo los cobertores, encontró a Tom riendo mientras
miraba algo en su móvil.
—Hum, ¿qué es? ¿Porno?
—Casi. Son los gemelos Zakar.
—Ah, Zack y Mike, ¿siguen sin admitir que tienen
sexo?
—Claro, como tú y yo; salimos y le decimos a
todos que somos la pareja perfecta, solo que sin sexo…
—Ajá, y sospecho que a nosotros tampoco nos
creen…
—Muchos lo creen…
—Y muchos no; ya sabes, de sobra sabemos que hay
miles que apoyarían nuestro amor… si algún día lo pudiéramos asumir.
—Y millones que nos odiarían absolutamente,
mientras tal vez hasta estemos en la cárcel por culpa de este… amor prohibido.
—Sí, tienes razón en eso —pensar en ello le
entristeció un poco, así que intentó animar el ambiente de nuevo—. Y… ¿qué era
lo gracioso esta vez de esos dos?
—Pues… la historia de un “vuele” juntos, con
“hierba” y se atrevieron a contar que Mike le propuso a Zack que tuvieran sexo…
—Uf, atrevido, sí…
—Y es que lo cuentan de un modo que no puedes
dejar de reírte, y siempre medio desnudos por todas partes.
—Me hiciste recordar… nosotros en tu auto, con un
“vuele” de “hierba”, totalmente desnudos… y teniendo sexo ahí mismo… éramos
unos adolescentes con las hormonas a mil…
—Estuvo algo incómodo pero buenísimo… —asintió
Tom, un poco nostálgico de esos tiempos en que todo era mucho más fácil, cuando
creían que nada ni nadie podía separarlos y que ninguno de los dos dañaría
nunca al otro, ¡eran tan ingenuos entonces!
—Sí, ahora tenemos sábanas de seda y colchón de
lujo; no vamos a desperdiciar eso ni por un minuto más —Bill le quitó el móvil
de las manos y se le fue encima, cubriéndolo con su cuerpo. En unos minutos,
todo lo que se le podía escuchar eran gemidos.
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Estuvieron exactamente tres días con sus noches
encerrados en la lujosa habitación, pasando tiempo juntos, tomando cenas,
desayunos y meriendas compartidos, teniendo mucho de ese buen sexo que les
caracterizaba. Pero llegó el momento en que tuvieron que partir, nuevos
compromisos los esperaban.
Por ejemplo, una cita con Evi Jade —con quien ya
habían departido en sus vacaciones en Ibiza—, en Dusseldorf, donde ella tenía
su base, para discutir asuntos de negocios y hacerle cierta promoción a su
marca: aunque pareciera que ya no eran tan populares, la presencia de alguno de
los miembros de Tokio Hotel, especialmente los Kaulitz, en un evento, de por sí
ya era publicidad para el evento; igualmente que ellos usaran alguna marca de
la moda, automáticamente traía consigo más popularidad para esa marca.
Se suponía que ambos debían asistir, pero Bill
empezó a sentirse un poco mal y tendría que guardar reposo; en unos días más
estarían en la prueba de los nuevos Cadillac —otra marca que también
promocionaban— y estarían filmándolos para THTV y Bill necesitaba estar mejor
para ese momento, frente a las cámaras.
—Podemos solo cancelar —sugirió desde la cama.
—Supongo que podría ir yo solo pero… tampoco me
gusta dejarte solo cuando estás enfermo.
—Bueno, sería solo un día, y no estoy tan mal,
solo debo descansar; ese no es tanto problema. Evi se molestará con nosotros
después de haber planeado esto por tanto tiempo y que la cancelemos a última
hora pero… si no sientes que debas
hacerlo… no lo hagas.
—Necesitamos esos negocios, Billy. La música no
nos está dando tanto resultado económicamente; no por sí misma, ya lo sabes.
Dependemos de todo ese extra que nos da ser quienes somos ante la opinión
pública para mantener nuestro estilo de vida.
—Es cierto. ¿Y entonces…?
—Entonces yo iré; será solo una noche alternando
con ellos, haciendo negocios, y dejándose fotografiar. Y estaré pendiente de
ti, te estaré llamando. No me gusta pero… tenemos que hacer algunos
sacrificios.
—Ah, mi Tomi, al rescate —Tom se inclinó para
besarlo pero Bill no lo dejó—. Hey, que todavía podrías contagiarte y entonces
sí estaremos jodidos.
—Hum, ya estoy jodido si tengo que viajar sin
darte un beso o que hagamos el amor.
—Lo siento… —Bill se sonrojó un poco, realmente
deseando todo eso que Tom también ansiaba—, solo abrázame, ¿sí?
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Realmente Tom estaba disfrutando el evento todo
lo que le permitía su preocupación por Bill, hasta que vio llegar a Shermine.
Se maldijo interiormente: ¿Cómo no se había imaginado que ella podría estar
invitada también? Después de todo, ella acostumbraba hacer photoshoots para Evi,
y su hija Kimi era una de sus mejores amigas. Durante toda la noche, se las
apañó lo mejor que pudo para evitarla sin ser grosero, ni demasiado evidente,
pero a la hora de marcharse ella al fin lo tomó desprevenido.
—Te has mantenido ocupado toda la noche, sin
tiempo para conversar conmigo…
—Ah, lo siento, Shermine; tenía que alternar con
toda esa gente, para eso vine hasta acá.
—Y veo que Bill no te acompañó; es raro ya que
son tan inseparables, ¿no?
—Bill está un poco agripado y preferimos que no
viajara…
—Ah, ya, algo de eso imaginé. Ahora, ¿puedes
decirme por qué me estás evitando? ¿Por qué me están haciendo desplantes todo
el tiempo? No creo merecerlo; no creo haber hecho nada malo para que me traten
así.
—Pues… la verdad es que nuestro arreglo contigo,
de publicidad mutua, no incluye que provoques abiertamente a nuestras fans, o
que des más información de la debida…
—Ah, ¿es por eso? Puedo ser más discreta si eso
es lo que quieres. Y sus fans… pueden llegar a ser muy ofensivas, realmente se
obsesionan.
—Tienes que, simplemente, ignorarles: te
asombrarían los insultos que nos dicen a veces a los miembros de la banda,
especialmente a Bill y a mí; incluso frente a frente.
—No tengo tanta paciencia para aguantar…
—Deberías estar acostumbrada; siempre has creado
polémica a tu alrededor, ¿no?
—Sí, es cierto —ella le echó una mirada coqueta—;
y… ¿ya te vas? Puedo acompañarte a tu hotel, Dahlia se quedó con su papá en
Berlín.
—Pues… será mejor que no.
—¿No? ¿Qué es lo que pasa contigo, Tom? Dijiste
que te yo te gusto, yo ya dije que no tienes que asumir compromisos, ¿por qué
me evades?, ¿por qué… parece que la idea
de tener sexo conmigo te repugna?, sí, te repugna, deberías ver tu cara ahora
mismo.
—Pues… mentí —Tom no pudo callarlo más—, en
verdad… no me gustas, no como…
—Eres gay.
—No.
—No es una pregunta, Tom; es un hecho. Solo me
pregunto quién será el dueño de tu corazón porque no he logrado… ah, ¿será
cierto?, ¿es Bill?
Tom se intranquilizó y detuvo un taxi.
—No debías creer en todo lo que lees —dijo él
antes de marcharse.
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Todos los miembros de la banda llegaron al evento
de Cadillac desde lugares diferentes. Gustav acababa de celebrar su cumpleaños
en Magdeburgo, y Georg había llegado con él; Tom venía de Dusseldorf, y Bill
fue recogido por uno de los miembros del staff de la banda en Berlín.
Aunque ya habían hablado por teléfono y Bill
sabía lo angustiado que había estado Tom, no se habían visto frente a frente
hasta ese momento. Georg y Tom lo vieron llegar y le dieron una calurosa
bienvenida, Georg lo abrazó brevemente y luego Tom, con más ímpetu, ambos
sonrientes y abrumados por la sensación de volver a estar juntos.
—Tenemos mucho de qué hablar —susurró Tom cuando
ya las cámaras no los enfocaban.
—Ya lo sé, cuando volvamos al apartamento; ahora,
hay que sonreír para las cámaras, ¿sí? —le tomó la mano derecha con su
izquierda, uniendo sus tatuajes gemelos, simbolizando su unión.
—Sí, Billy, de acuerdo —Tom puso todo su empeño
en meterse en su personaje bromista, despreocupado, arrogante; tanto como para
cuando Bill, que transmitía en vivo para su cuenta de Instagram, le preguntara
de qué reía, lo mirara casi serio para decirle: “De tu cara fea”.