VII
En su sueño, Bill estaba
entre sus piernas, dándole sexo oral, de esa forma que sabía le gustaba, y Tom
no pudo evitar un gemido; abrió los ojos y sintió una mano masajeando su
erección por sobre los bóxers, una mano unida a un brazo, un brazo unido a un
hombro encimado al suyo, y el rostro de Shermine mirándole desde ahí, con una
sonrisa taimada.
—Parece que ya estás
despierto.
Tom no pudo evitar huirle
esta vez, casi saltar de la cama.
—Tengo que... orinar.
Y en verdad tenía que
hacerlo; luego se lavó las manos, se enjuagó el rostro y se miró al espejo,
pasándose los dedos por el cabello y luego arreglándoselo un poco. Estaba
metido en un buen lío, lo único que lo mantenía a salvo de que algo peor pasara
era la presencia de la niña dormida en la habitación; o al menos esperaba que
eso detuviera a Shermine. Pero sabía que ella podía llamar de nuevo a una
niñera como la noche que la acompañó a
la boda, para que tuvieran tiempo a solas, y él debía inventar pronto un
pretexto para salirse de eso con la reputación intacta. Esta no era una groupie
a la que nadie le creería que la habían despedido sin tener sexo de la
habitación de su ídolo, esta podía hacer un buen ruido. «Ah, Bill, te necesito
ahora»; su móvil sonó afuera, y se apresuró a tomarlo; era Bill, pero solo
respondió para decirle «Te llamo enseguida, Billy» y colgó. Shermine lo miraba
algo extrañada.
—¿Pasa algo?
—Nada, solo que... voy a
salir a fumar... y de allí llamaré a ver qué quiere Bill. ¿Dahlia sigue
dormida? —preguntó mientras se ponía los pantalones.
—Como un tronco; esa niña
podría dormir a través de un bombardeo. Habríamos podido...
—Mejor no arriesgarse,
creo.
Él tomó su móvil, sus
cigarrillos y su encendedor y salió al balcón; cerró las puertas detrás de él,
las alarmas de humo fueron una buena excusa para aislarse de ella en ese
momento. Encendió su cigarrillo, lo aspiró, y de espaldas a la habitación marcó
el número de Bill. Este lo
atendió ansioso.
—¡Tom! No he dormido en toda la noche. ¿Qué pasó?
¿Estás con ella en su habitación?
—Sí, Billy, me siento...
violado, ella me estaba tocando, ella... yo estaba soñando contigo y...
—Tomi, no entiendo bien,
¿qué está pasando?
—Yo... —Tom aspiró otra
vez de su cigarrillo— tuve que quedarme a dormir con ella, luego te explicaré,
ahora... no puedo, necesito que vengas por mí, e inventes algo importante que
no pueda esperar para que yo me vaya contigo. Sálvame. Sálvanos.
—Claro, voy por ti ahora
mismo, no dejes que la maldita zorra te obligue a nada.
—Lo estoy intentando,
Billy.
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Era lunes, y a Bill nunca
le habían gustado los lunes, mucho menos ese lunes en que el Uber no avanzaba
suficientemente rápido para su necesidad de llegar rápidamente donde Tom. Sabía
que sus seguidores en Instagram esperaban una actualización pero lo más que
podría darles ese día era su rostro ansioso; algo le decía que el resto del día
sería difícil.
Cuando llegó al hotel, no
le fue difícil que llamaran a la habitación de Shermine, diciendo que necesitaba
urgentemente a su hermano. Ella le pasó el teléfono a Tom.
—Bill está en el lobby,
¡qué raro! Toma, quiere hablar contigo.
Tom se apresuró al
teléfono.
—¿Billy? Sí, enseguida
estoy ahí —colgó el teléfono y se puso la chaqueta.
Cuando llegó frente a
Bill, tuvo que contenerse para no darle un abrazo apretado delante de todos, o
se le salieran las lágrimas.
—¿Ya sabes qué diremos?
Ella no tarda en venir también, Dahlia despertó y quiere desayunar fuera, ir a
un parque... Dijo que vendrían a saludarte, y quiere que las acompañemos un
rato.
—Pues... se me ocurrió
que para ti lo más preciado somos mamá, Capper, yo, y Pumba. Mamá está en
Alemania, y yo estoy aquí contigo, así que voy a decir que Capper no está bien
y que te necesita... que nos necesita a ambos para llevarlo con el veterinario.
—Es buena idea; solo...
no me gusta usar la salud de mi bebé como excusa, pero... creo que no hay otro
modo.
—Tomi, ella... —le tomó
una mano, por unos segundos—, ¿qué te hizo? ¿Estás bien?
—Estoy un poco al borde, hiperventilando,
e intentando que no se me note, pero... nada más...
—Ahí viene la maldita...
—Bill se obligó a poner su sonrisa falsa, solo para saludarla.
—Los deberes de padre
llaman a Tom, Capper lo necesita, no quiero moverlo en taxi estando enfermito;
solo Tom conduce así que... debo dejarte sin acompañante hoy —soltó la
parrafada no más recibir el beso de ella en el rostro, y tomar la mano de la
niña.
—¿Capper está enfermito?
—dijo Dahlia entristecida, realmente le gustaba ese perro—. Mami, ¿podemos ir a
verlo?
—Lo llevaremos a la
clínica; ahora no podrás verlo, lady D
—Tom sonrió genuinamente para la pequeña.
—¿Pero me dejarás verlo
mañana, Tom?
—Seguramente, si podemos
sacarlo mañana...
—Podríamos ir a la casa
de ustedes —propuso Shermine y Bill ya no pudo aguantarse.
—No, quedé con Natalie de
ir al hotel de ella mañana, y llevar a Tom conmigo; si Capper está mejor mañana
lo llevaremos junto con Pumba, ¿de acuerdo?, y... nos pueden encontrar ahí.
—Claro —aseguró Shermine—eso
haremos, entonces.
—Y bueno, ¿ya se van?
—inquirió Bill, deseoso por librarse de ella.
—Ya nos vamos, ¿y
ustedes?
—En un momento, tenemos
que ir por mi auto —contestó Tom; Shermine lo miró sonriente y le tomó el brazo.
—Nos vemos mañana,
precioso —hizo que le daba un beso en la mejilla y lo resbaló hasta la comisura
de sus labios—; espero lo de Capper no sea nada grave. Hasta mañana, Bill.
—Hasta mañana, Shermine.
Ella salió con la niña de
la mano y, tomando el móvil con la otra, sacó una foto del pintoresco lobby del
hotel, donde los dos Kaulitz podían verse aún a través de la ventana. Allí
estaba Bill Kaulitz, quien primero flechó su corazón pero le dejó bien claro
que no estaba interesado, y estaba su gemelo Tom Kaulitz, toda una joya de la
corona si por fin lo lograba conquistar, y vaya que se le estaba haciendo más
difícil de lo que pensaba. «Hotel rompecorazones» escribió en el post que hizo
con la imagen para su cuenta de Instagram, y rió alborozada junto a su hija.
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Durante el viaje en el
auto, Tom había contado toda su odisea de la noche pasada, con lujo de
detalles. Bill ardía de rabia por la impotencia de no poder poner a esa mujer
en su lugar y decirle unas cuantas cosas que necesitaba oír. Por ejemplo, que
debía ser mejor madre y no exponer a su hija a cualquier hombre que quisiera
seducir; y que obligar a Tom a quedarse a dormir con ella había sido un golpe
muy bajo, en su opinión.
—Ella usa el sexo para
dominar, ¿no?, hasta debe ser buena en ello...
—¡Bill!, no quiero
imaginar que estés fantaseando con el sexo con ella.
—¡No!, solo hago constar
una realidad.
—Yo me sentí violado,
teniendo que soportar sus caricias, y lo peor fue que me tocara... ahí; estaba
soñando contigo en ese momento...
—¿En serio? ¿Yo... te
hacía cosas sucias?
—Ya sabes, lo tenías...
en tu boca...
—¿Quieres que haga eso
cuando lleguemos a casa? —lo miró con gesto lujurioso, y Tom quitó su vista de la carretera por unos
segundos.
—En verdad quiero, porque
quiero borrarla a ella, pero dormí tan poco... estoy tan cansado... Fingí
dormir para que ella me dejara tranquilo pero a la vez estaba alerta, y en
algún momento me venció el sueño...
—Yo igual; quería
llamarte pero era de madrugada y no sabía si iba a ser peor...
—No quiero estar solo con
ella de nuevo, Bill. ¡Se acabó! No me importa si nos hace falta la publicidad,
no estaré ni una vez más solo con ella; ni tú tampoco, te lo advierto.
—Yo tampoco quiero que lo
hagas; es más, te lo prohíbo. Ella se atrevió a tocar lo que es mío; para mí ya
bastó. Hablaré con Nora...
—¿Y qué le vas a decir?
¿Que la modelo se tomó muy en serio su papel publicitario e intenta llevarme a
su cama? Nora no sabe de nosotros, Bill; excepto Natalie, nadie de este staff sabe, le parecerá extraño que yo
rechace a Shermine.
—Le diré que... que estás
enamorado de otra persona, a quien mantienes en secreto, y que quieres serle
fiel a esa persona y por eso no puedes aceptar a Shermine.
—Eso... es bastante
cierto.
—Sí, solo omitiremos que
esa persona soy yo. Y Nora trabaja con estas cosas, ella entenderá.
Al llegar a la casa que
rentaban, sus perros los recibieron felices, saltando a su alrededor,
especialmente Capper a Tom, a quien extrañaba; Tom le acarició el pelaje y,
agachado a su lado, lo abrazó.
—Perdóname por usarte
para zafarme de esta, ¿sí? Jamás quiero que te enfermes —Capper le dio un gran
lametón en la cara, como si entendiera sus palabras y las aceptara, y Bill se
rió, con Pumba en brazos.
—Vamos, comamos algo y
luego descansemos; creo que en verdad tenemos que dormir un poco, como dices. Y
los bebés irán a la cama con nosotros, sí, veo que lo necesitas.
—Siempre sabes lo que
necesito, Billy —le dio la mano y Bill lo ayudó a levantarse.
*********************************
Esa vez no soñaba: Bill
estaba entre sus piernas, lo tomaba en su boca, de esa forma que sabía le
gustaba, y Tom tenía su pelo tinturado de rubio entre sus dedos, acariciándole
la cabeza.
—Ah, ah, Billy... —ambos
sabían que estaba a punto, así que Bill se detuvo, lo miró descansando la
barbilla en su vientre.
—¿Quieres que... te
termine así o...?
—Quiero que entres en mí,
quiero sentirte...
—Ok —Bill le sonrió antes
de alcanzar el lubricante y ponerse en la faena de preparar con sus dedos a su
gemelo para la penetración. La pausa y la ligera incomodidad hicieron la magia
de retrasar el clímax inminente de Tom y darles el tiempo para que la rígida
erección de Bill entrara en él, y ambos pudieran gozar de esa unión física que
era el complemento de su unión espiritual. No demoraron mucho más, los dos
demasiado sensibles ya, para alcanzar juntos el éxtasis. Luego, Bill lo hizo
descansar la cabeza en su pecho, le acarició la mejilla; sabía que en ese
momento Tom precisaba sentirse protegido por el amor y la férrea voluntad de su
gemelo.
Se quedaron así, en
silencio, solo oyéndose respirar, acompasando los latidos de su corazón, por un
buen rato, hasta que Tom se animó a hablar.
—Lo siento por Dahlia,
¿sabes? Es una buena niña, inteligente y cariñosa, pero Shermine la va a echar
a perder.
—Va a traumatizar a la
pobre. Si el hombre que hubiera estado allí no fueras tú, seguramente ella
habría tenido sexo con su hija al lado; un día esa niña podría hasta estar en
peligro de que alguno con pocos escrúpulos...
—Ni lo digas, no quiero
ni pensar en esa posibilidad.
—Tal vez el papá de la
niña debía tomar más compromiso en el asunto, velar porque la madre no la use
de ese modo.
—Shermine es peligrosa,
no estoy seguro de que Markus quiera enfrentarla.
—Sí, es peligrosa; yo...
perdóname, Tomi, te he empujado a seguir el circo con ella y no me daba cuenta
cuán peligroso podía ser. Pero se acabó, te lo prometo.
—No va a ser tan fácil
acabarlo; ella no se da por vencida fácilmente, y todavía tenemos que mantener
las apariencias.
—Es cierto —Bill se quedó
callado unos instantes—, pero lo vamos a hacer, tú confía en mí.
—Siempre lo hago, aunque
te equivoques, ¿no?
—Sí, mi Tomi, mi dulce y
complaciente Tomi, creo que no te merezco.
—No me mereces, no —Tom
se impulsó para él para darle un beso—, pero me tienes. ¿Vamos por la ronda
dos?
—Solo si tú haces todo el
trabajo ahora.
—Con gusto.
Tom se posicionó sobre
él, comenzando un camino de besos y lamidas desde su cuello hasta su abdomen, y
más abajo.
********************************
Cuando los Kaulitz
llegaron a la piscina del hotel en que Natalie se alojaba, ya ella, su hijo, la
pequeña Dahlia y Shermine, estaban ahí; los niños dentro del agua —la pequeña
al cuidado del adolescente—, y las dos mujeres en sendas tumbonas.
—Ah, hola, mis gemelos
favoritos —Natalie se levantó y abrazó a uno y el otro, Tom se permitió recibir
cálidamente el afecto que ella le mostraba.
Shermine se quedó
acostada, esperando que ellos se inclinaran hacia ella, y solo les hizo un
guiño.
—Hola a los dos. ¿No
trajeron a los perros?
—Los dejamos con Mike,
nuestro asistente; Capper aún no estaba completamente bien, debía descansar
—habló Bill por los dos.
—Lástima, Dahlia se
decepcionará de no poder verlo.
—Ya se van mañana, ¿no?
—volvió a hablar Bill.
—Desafortunadamente, sí;
me hubiera gustado quedarme más pero... tengo otra boda a la que asistir.
—Sí, yo también —acotó
Natalie—, va a ser una bella ceremonia en Positano, en la costa italiana, y
esos dos hacen una hermosa pareja, ¿cierto? —miró a la otra mujer, que asintió,
sonriendo.
—Se ven tan felices y
enamorados que dan envidia, uno quiere tener algo así en su vida. —se sentó
esta vez, más erguida— ¿Tom? ¿Despertaste sin deseos de hablar? ¿No vas a darme
un beso?
Él se inclinó y la besó
en el rostro, mientras Bill buscaba tumbonas también para él y Tom, que los dejaran
no tan de frente a ella.
—Podrías ir si quieres,
como mi pareja —le susurró ella a Tom deteniéndolo por el brazo unos segundos;
él se irguió para contestar.
—No tengo tiempo para
viajar a Europa ahora, y... no soy muy de ir a bodas. Fui a la de Gustav porque
no me quedaba de otra, y a la del otro día...
—Oh, ¿hiciste un
sacrificio por acompañarme? Me siento halagada —todo en ella gritaba seducción,
desde su pose hasta su forma de pronunciar las palabras, así que Tom prefirió
alejarse un poco hasta dónde estaba Bill ya quedándose en ropa de baño; en
verdad el calor en L.A. era casi insoportable, y bajo el sol las ropas
estorbaban, así que imitó a su gemelo, quedándose en shorts y sin camisa.
La tarde avanzó sin
demasiados tropiezos, entre tomar el sol, remojarse en la piscina, y
conversaciones ligeras entre los cuatro. Claro, que Shermine no perdía
oportunidad para insinuarse, y cuando le pidió a Tom le tomara una foto con su
móvil, y tomó una pose abiertamente provocativa, Bill supo que debía intervenir.
Tom hizo la foto y Bill
lo llamó en voz alta.
—Voy por algo frío, ¿me
acompañas, Tomi?
—Claro. ¿Ustedes quieren
algo, chicas?
—Limonada fría —dijo
Natalie.
—Puedo acompañarles
también —propuso Shermine, levantándose.
—No —Bill hizo un gesto
persuasivo con la mano—, los caballeros queremos ser amables con las damas.
—Ok, entonces una paleta
helada —Shermine se volvió a sentar.
Bill y Tom caminaron
hombro con hombro hasta donde vendían los refrigerios.
—Ella es una profesional,
¿no? Siempre está atacando... —dijo Bill, entre rabioso y mordaz.
—Sí —Tom encontró el
humor para carcajearse de la situación—. Yo quiero una cerveza ¿y tú?
—Una paleta helada —Bill
hizo ese gesto característico suyo con su ceja y Tom rió otra vez.
—No sabe con quién se
mete, ¿eh, Billy?
—No, la maldita no lo
sabe —se rió él también.
Con todos los pedidos en
una bolsa, Bill tomó su paleta y la saboreó frente a Tom que instantáneamente
sintió su sexo despertando.
—Soy un experto en
lamer... paletas, lameré la tuya otra vez cuando quieras —dijo cuando ya no podían oírlos, y Tom carraspeó.
—Ahora... tendré que
entrar al agua para refrescarme el calentón; eres malo, Billy —le susurró más
cerca.
—Puedo ser más malo aún,
solo pruébame.
—¿En unos minutos en las
duchas?
—Solo déjame terminar mi
paleta —mientras Tom se acercaba a las dos mujeres con sus pedidos, Bill se
hizo un selfie saboreando su paleta para su cuenta de Instagram: “Como hielo
bajo el brillo del sol. Pruébame” comentó en su post, en una alusión cómplice a
lo que él y Tom habían acordado, pero lo programó para salir publicado al día
siguiente, no quería levantar demasiadas sospechas en ese momento.
Cuando, minutos después,
ambos dijeron que tenían que ir al baño, Shermine no pudo contener su opinión.
—¿Siempre van hasta al
baño juntos? —le preguntó a Natalie.
—Son ese tipo de gemelos,
sí, simbióticos les dicen. Cuando llevas tiempo cerca de ellos te acostumbras y
lo ves normal.
—Pero no es normal, es
raro. ¿Sabes que comentan...?
—Disculpa, Shermine, pero
no discuto comentarios de chismes sobre mis amigos.
—Está bien —aceptó la
modelo, un poco mosqueada.
*****************************
Romper las reglas,
arriesgarse, desafiar el peligro y salir vencedores, siempre lograba maravillas
en los Kaulitz, así que regresaron de las duchas para hombres más seguros de sí
mismos, más dispuestos a enfrentar lo que fuera.
—Caro Daur llamó; estará
acá los próximos días... —Bill soltó como una observación casual.
—¿También le servirán de
anfitriones a ella? —bromeó Natalie aludiendo a la presencia de Shermine, quien
trabajó en sacar una sonrisa de su rostro ante ese comentario.
—Sí, también —afirmó
Bill, ávido de hacer rabiar a la pelinegra—. Es muy alegre Caro, seguro la pasaremos
bien con ella.
—Ella tiene novio, Bill,
así que no te entusiasmes demasiado —dijo la modelo, con cierto tono de ironía.
—Eso no es problema
—intervino Tom— ni Billy ni yo estamos buscando pareja —Bill lo miró y sonrió.
—Exacto, ella solo es una
amiga; como tú, Shermine —dio Bill el tiro de gracia—; quizás un poco más joven
y divertida... —Natalie, Tom y Bill se miraron y estallaron los tres en
carcajadas que a Shermine le parecieron irritantes.
El hijo de Natalie y la
hija de Shermine se acercaron al grupo.
—Dahlia está cansada, y
yo tengo hambre, ¿podemos irnos ya a comer, mami?
—Supongo que sí —Natalie
miró a los demás—. Pueden quedarse si quieren.
—Pues... nosotros también
deberíamos irnos; aún tenemos trabajo que hacer en el estudio si pensamos
tomarnos unas mini-vacaciones —intervino Tom.
—¿Mini-vacaciones? —se
interesó Shermine, que aún digería la bilis de la humillación de hacía unos
minutos—. ¿Y adónde irán?
—Aún no estamos seguros,
pero recibimos una invitación para ir a Controguerra, en Abruzos —fue Bill
quien contestó.
—Ah, la bella Italia —Natalie
puso ojos soñadores—. Nosotras pronto estaremos allí, Shermine, así que... ya
les contaremos, chicos —tomó a su hijo de la mano—. Despídete, ¿sí?
Bill hizo el primer
movimiento hacia el chico y lo abrazó fuertemente, lo conocían desde que nació,
y les caía muy bien: había aparecido en sus THTV de 2008, pequeñito; lo
sentaron junto a ellos en la montaña rusa en su cumpleaños de 2009, Tom
comportándose como todo un tío responsable; de cierta forma, se sentían así,
como tíos del chico, quien además contaba con ser muy simpático. Luego fue Tom
entonces quien lo abrazó.
—Nos veremos pronto,
cuando recomencemos el tour en Europa; supongo que Natalie te llevará algunas
veces.
—Sí, ¿lo harás, mami?
—Natalie asintió sonriendo— Chao, Bill; chao, Tom; Dahlia, Shermine —las besó a
las dos, mientras Natalie también se despedía de Tom y Bill con abrazos.
Luego quedaron solo
Shermine, su hija, y los Kaulitz, en la piscina. La pequeña insistió:
—Tengo hambre, mami.
—Debías llevarla a comer
—dijo Tom mientras comenzaba a ponerse sus ropas. Bill se sentó en la tumbona
donde había dejado su bolso y sus ropas; sacó una foto y puso un post en su
cuenta de Instagram: “Martes bien pasado”.
Shermine estaba bastante
silenciosa, aún molesta porque tenía la impresión de que ahí todos se habían
burlado de ella, así que empezó a recoger sus cosas también, sin contestar más
que unas palabras tranquilizadoras a su hijita. El silencio duraba cuando Bill
y Tom se despidieron de las dos y se fueron al auto. Ya allí, estallaron en risas.
—¿Viste su cara? Creí que
iba a explotar de furia —dijo Bill cuando al fin se calmaron—. Espero que con
esto desista de su seducción contigo.
—Ojalá, pero no creo que
ella se rinda tan fácilmente. Ya veremos.
—Ya veremos. Pero ahora,
nos libramos de ella. Vamos, te invito a comer en un lugar que me recomendaron
por aquí, muy bueno.
—Y en la noche iremos al
Chateau Marmont.
—¿No que tenemos mucho
trabajo, según le dijiste a Shermine?
—Lo tenemos, pero puede
esperar a que disfrute estar contigo, libres de compañías indeseables.
—Me gusta como piensas
—Bill se arrellanó en su asiento, ambos se pusieron el cinturón de seguridad, y
partieron.
*^O^* me gusto como la pusieron en su lugar se lo merecía
ResponderBorrarEsta genial, demasiado parecido con la "realidad" amo el Toll ♥
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