IX
Bill solo miraba a Tom,
abrumado; estaban encerrados los dos en la habitación que compartían en el
apartamento de Berlín.
—Todo esto es culpa tuya,
Bill. Tú insististe, tú dijiste que no habría problemas con hacer ese juego con
ella y ahora mira en qué lío estamos metidos.
—Ya lo sé, Tomi; me
equivoqué y mucho —Bill casi no levantaba la mirada, sabía que Tom tenía toda
la razón del mundo para recriminarle, para estar molesto. Y además, era siempre
Tom quien sufría las peores consecuencias de sus equivocaciones—. Pero estoy
intentando arreglarlo…
—¿Cómo? ¿Cómo vamos a
arreglarlo? Ya ella me está insinuando que sabe de nosotros.
—Sospecha, no puede saber
nada en verdad… no tiene cómo.
—¡Con sus sospechas y
unos comentarios a la prensa será suficiente para destruirnos, Billy! —Tom se
mesó los cabellos, que llevaba sueltos.
—¡Ella no tiene buena
reputación, no le creerían tan fácilmente!
—Con los rumores sobre
nosotros… créeme que sí le creerían. Nadie puede probar nada pero aún así sería
desastroso para la banda.
—Lo sé, pero…
—¡No tenemos opción;
tenemos que ver el modo de mantenerla callada!
—¡Tom! ¡No si lo que se
necesita es que ella te tenga en su cama! ¡Eso no lo permitiré!
—¿Y crees que yo quiero
hacerlo? Me da asco solo de pensar… —Tom comenzó a respirar pesadamente y Bill
se dio cuenta de que estaba en medio de uno de sus ataques de ansiedad; en esos
momentos, solo la cercanía de Capper o un abrazo protector de Bill podían
hacerlo sentir mejor; así que Bill no lo pensó para tomarlo en sus brazos y apretarlo
fuertemente, con la cabeza contra su pecho.
—¡Tranquilo, Tomi! Confía
en mí una vez más, ¿sí? Vamos a… hacerle creer que estamos cediendo mientras
buscamos la manera de librarnos de ella, y si el peligro es demasiado,
retrocedemos; juguemos su juego pero a nuestro modo.
Cuando Tom se calmó un
poco, Bill lo besó tiernamente en los labios, un beso que rápidamente se
profundizó, y Tom se dejó llevar, entregándose una vez más en cuerpo y alma al
que dominaba todos sus deseos y esperanzas. La cama en que Tom había estado
sentado mientras él y Bill discutían esos hechos que podían tener gran peso
sobre su futuro, los recibió enredados, desnudos, apasionados. Bill tomó el
control, porque era lo que ambos necesitaban en ese momento, y Tom se abrió a
él sin barreras ni límites. Esos eran ellos, así funcionaban. Cuando Tom lo
sintió entrar en él, suspiró, y una lágrima se le escapó, una lágrima de
emoción contenida que se desbordaba ahora, con quien único podía hacerlo. Sin
palabras, se dijeron que el mundo no podría con ellos, que nadie ni nada
lograría apartarlos nunca más.
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El show en Bremen era en
vivo, así que no había manera de que algo que se les escapara no fuera a quedar
patente para todo el mundo, y eso los tenía un poco nerviosos, aunque lo
disimulaban muy bien. Afortunadamente, su conexión espiritual estaba en su
apogeo así que eso les daba cierta confianza en que juntos podían con todo.
También, la conversación en el show a veces marchaba por extraños caminos que
les hacían hablar de temas que hasta ese entonces nunca habían tocado en
público de manera directa, como el hecho de que creyeran que tenían una sola
alma dividida en dos, y que esa alma era muy antigua. De cierto modo, eso
dejaba abierta la interpretación de que ellos se consideraban destinados a
estar juntos.
Tras hablar y hablar de
temas diversos, siempre completamente conectados, uno de los participantes no
pudo contenerse de exclamar su opinión.
—¡Lo siento, pero cuando
contestan juntos se ven tan lindos! —Todos rieron, Bill y Tom con una risa
nerviosa—. ¡Ustedes son como una vieja pareja de casados! —otra pausa en que no
supieron qué decir y solo reían, Tom algo más preocupado—. ¡Bill siempre
empieza a hablar y Tom agrega: Sí —Tom asintió, no quedaba otra que ver hasta
donde llegaba ese comentario— y se une a él a mitad de la oración.
Bill decidió tomar la
palabra, podía sentir la intranquilidad de Tom, aunque él intentara parecer
cómodo con el tema.
—Sí, así es todo el día,
también en el trabajo.
—Y cuando ordenamos
comida, sí —repitió Bill.
—¿Uno de ustedes ordena?
—preguntó esta vez el participante.
—Uno de nosotros ordena…
—comenzó Bill.
—Sí, uno de nosotros
ordena y el otro ordena usualmente lo mismo —Tom parecía más a gusto ya; se
volvió hacia Bill y no logró impedir que se le saliera lo que estaba sintiendo
en ese instante— ¡Lindo! —dijo sonriendo hasta con los ojos y Bill apenas pudo
evitar que se le notara lo enternecido, así que solo se rieron otra vez.
El show siguió un poco
más pero ese momento quedó grabado en todos sus fans, los que apoyaban su
relación y los que no. También en alguien que estaba muy pendiente de ellos:
Shermine. La llamada de ella llegó cuando todavía iban en el taxi rumbo al
hotel.
—Hola, Tom, acabo de verlos en el show, muy “lindos”.
—Gracias… Shermine —Bill
le tomó una mano y se la apretó—. ¿Llamaste solo para felicitarnos por el show?
—De hecho, no. Es que… ustedes siguen pareciendo muy raros, ¿no?, siempre
tan juntos y coordinados, “como una vieja pareja de casados”…
—Es por nuestra conexión.
—Ajá, como digan, pero yo… creo que deberían intentar cambiar un poco
esa visión sobre ustedes; hay un par de eventos a los que podrías asistir, Tom…
sin Bill…
—Eventos en los que tú
también estás invitada, ¿no?
—Por supuesto; tenemos que seguir con nuestro pequeño teatro, a todos
nos conviene.
—Yo… coordinaré con Bill
nuestros planes, luego te llamo para confirmar.
—De acuerdo; espero nos veamos pronto.
Ella colgó y Tom se quedó
mirando la pantalla oscura.
—Víbora… —murmuró como si
ella aún pudiera escucharlo.
—…psicópata —Bill casi rechinó los dientes por la rabia
con que pronunció esa palabra.
Ambos sabían que un taxi
no era el lugar adecuado para hablar de lo que estaba pasando, así que se
contuvieron hasta llegar a su habitación en el hotel.
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El viaje a Los Ángeles no
podía demorar más puesto que Pumba tenía una cita para recibir un tratamiento
para su enfermedad cardíaca que requería una pequeña intervención quirúrgica.
No obstante, todavía tenían mucho qué hacer en Alemania; por ejemplo, el 5 de
octubre se presentaba el documental sobre Tokio Hotel Hinter der welt, en el
festival de cine de Colonia, y toda la banda estaría allí para el estreno.
Además, Tom debía colaborar con 3 nuevos remixes de la canción “Boy, don’t
cry”, y eso debía hacerlo en Berlín. Por ello, decidieron que Tom volvería unos
días antes del estreno a Alemania, y se quedaría también unos días después.
Bill volvería a L.A. enseguida del estreno, puesto que esa vez Pumba y Capper
no viajarían con ellos, y, con Pumba recuperándose, no querían que los
extrañaran demasiado; al menos uno de los dos debía estar con ellos, y puesto
que Tom era el que producía la música, Bill debía asumir esa responsabilidad.
También estaba la “sugerencia” de Shermine de que Tom apareciera solo en
algunos eventos en Berlín, donde, convenientemente, ella también asistiría; así
que no les quedaba otra opción que pasar todos esos días separados, algo que no
hacían muy frecuentemente, puesto que lo más que podían separarse en
circunstancias normales eran 24 horas.
Volaron a LA el día 17 de
septiembre, el 19 Pumba tendría su cirugía, y el 30 Tom volvería a Berlín. Esos
12 días antes de separarse por más tiempo del que podían soportar sin sentirse
fuera de sí, los dedicaron a estar juntos, a disfrutarse, a ser una familia con
sus dos bebés de cuatro patas.
La cirugía de Pumba
resultó muy bien, así que a la noche siguiente celebraron en casa, con pizza y
cerveza, y una comedia en la TV a la que terminaron por no verle el final
cuando se enredaron en caricias en el propio sofá donde habían estado
mirándola.
Al otro día, quienes
tenían una cita para tratamiento facial eran ellos, y despertaron con una
resaca horrible, especialmente Tom.
—Ay, Bibi, déjame en paz,
no puedo moverme.
—No, Tomi, tenemos que ir; sabes que hay mucha
clientela allí, y luego nos quedaremos sin cita, y necesitamos eso…
—Ay, por favor, me veo bien como quiera…
—Tom…
—Y tú te ves bien como quiera…
—Tomi, yo también me siento como mierda, pero hay
que levantarse… —le besó en los labios y Tom suspiró sonoramente.
—Está bien… —le dio una media sonrisa— si me
convences con besos, no puedo negarme… —se incorporó al fin, y se apoyó en el
hombro de Bill; volvieron a besarse y luego Tom volvió a apoyar la cabeza en el
hombro de Bill— ¡ay!, necesito de tu remedio para la resaca, por favor…
—Voy a prepararlo —Bill se soltó con renuencia y
se puso de pie—; ouch, sí que me duele la cabeza…
Más tarde, ya a punto de entrar a recibir su
tratamiento, se pararon ambos frente a un espejo; seguían teniendo cara de resaca
así que en el selfie de gemelos que Bill hizo escondieron en lo posible el
rostro.
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Mientras iban en el auto hacia la playa de
Malibú, llegó un mensaje al móvil de Tom; era una foto de Shermine en bikini,
con una nota: “¿No te gustaría estar en Ibiza ahora?”. Como Tom conducía, fue
Bill quien leyó el mensaje en voz alta, y luego se rió maliciosamente.
—¿Qué dices, Tom? ¿Preferirías estar en Ibiza o
en Malibú?
Tom le dio una mirada oblicua, sin apartar
completamente su vista de la carretera, y sonrió para contestar.
—¿La verdad? Preferiría estar en Ibiza… contigo
—añadió antes de que Bill se escandalizara por completo—. La pasamos bien allá,
¿no?, tanta belleza es irreal.
—Eso es cierto; pero ve la ventaja de estar acá:
tenemos a nuestros bebés con nosotros, a Ibiza no los pudimos llevar.
—Sí —Tom no podía evitar que solo pensar en su
Capper lo enterneciera—; tienes razón.
—¿Le vas a contestar?
—¿Qué?
—¿Le vas a contestar a Shermine?
—Nah.
—Pues yo sí.
—Ten cuidado con qué escribes…
—No escribiré nada; voy a responderle a mi
manera; estoy seguro que aún ve mi instagram aunque ya no lo siga…
—¿Y?
—Y… —se hizo un selfie en el Cadillac, con una
luz que formaba un arcoíris pasando por su rostro— empieza mi reportaje de este
maravilloso lunes contigo y nuestros bebés.
Tom rió. Durante el día, se hicieron muchas fotos
más, algunas de las cuales fueron a parar efectivamente a la cuenta de
Instagram de Bill: una de Tom de espaldas, con el pelo suelto y húmedo; una de
Bill recostado junto a Pumba; y, de regreso, otra selfie de Bill en el
Cadillac, esta vez sin camiseta. Tom lo miró fijamente antes de arrancar.
—Ah, ¿sí? —una carcajada hizo erupción en Bill—,
ahora te estás pasando de adulón… —le advirtió con el dedo índice y un
movimiento de cabeza; Tom lo acompañó en las carcajadas.
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El hecho de saber que deberían separarse por
varios días, hacía que utilizaran cada segundo juntos como si fuera el último;
no se separaban para nada, y cuando fueron a su estilista del cabello,
Alizabeth Cochrane, decidieron que ambos necesitan cambios. El resultado fue
cabello negro para Bill después de muchos años de ser rubio —con un pequeño intervalo
de rosado fresa— y mechas californianas rubias para Tom en su cabello
habitualmente castaño.
El 30 de septiembre, Tom voló en la mañana; él y
Bill se despidieron en la casa, no confiaban en sus reacciones si tenían que
separarse en el aeropuerto y qué reacción tendrían en público. Abrazados, Bill
le arregló un mechón rebelde a Tom que se empeñaba en caerse sobre su cara.
—Confío en ti, sé que podrás lograrlo, sé que
buscarás la manera de que ella esté tranquila sin ponerte en peligro.
—Ah, Billy, sin ti a mi lado… no sé…
—Tomi, me lograste engañar muy bien a mí con lo
de Ria, por un buen tiempo —lo miró de lado, levantando una ceja— así que…
podrás…
—Tendré que fingir que al menos soy su amigo,
cuando en verdad lo que quiero es que esté bien lejos de mí.
—Ya lo sé —le dio un beso leve sobre los labios.
—¿Qué harás tú mientras estoy lejos?
—Extrañarte, cuidar de Capper y Pumba…
—¿Y no saldrás con tus amigos? —Tom sonó algo
incrédulo.
—Solo esta noche, pero por una buena causa, ya
sabes…
—Sí, los gorilas y su hábitat…
—Cuando Sara me explicó de qué iba el evento y me
pidió apoyo, tuve que aceptar.
—Claro, y yo habría ido contigo, lo sabes, si no
fuera por este viaje.
—Nos veremos el día 5; ánimo, Tomi, lograremos
soportarlo.
—5 días ahora y luego de Colonia 4 días otra vez…
—Entonces utilizaremos bien esos dos días que
estaremos juntos, en medio de todo.
—Sí; eso haremos —sonrió Tom—. El Uber debe estar
llegando ya —dijo, tras mirar su reloj.
—Es cierto —tomaron el equipaje de Tom y Bill lo
acompañó hasta el auto, antes de que montara, le habló al oído:— Te amo…
Tom sonrió, emocionado.
—Y yo a ti, Billy, für immer —le respondió en voz alta.
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En realidad, Tom no tenía mucho más que hacer en
sus colaboraciones con los remixes de Boy don’t cry que dar su aprobación y
sugerir alguna cosa como productor de la canción y director musical de la
banda, así que le quedaba bastante tiempo libre que gastar. Quedarse solo
significaba volverse un poco loco por no tener a Bill cerca, por no poder
comunicarse todo sin pensarlo como acostumbraban hacer. Bill no mentía ni
exageraba cuando contaba que era Tom el más dependiente de los dos —aunque en
público él tratara de no demostrarlo tanto—, el que menos soportaba estar separado
de su gemelo así fuera por unas horas, mucho más si era por 5 días. Y pensar
que le esperaba otra tortura así unos días más adelante acababa de poner su
ansiedad en niveles estratosféricos. Capper y Pumba estaban en LA también, y la
ayuda que proporcionaba el afecto de su “chico” para el estado mental de Tom le
faltaba de igual modo, así que se sentía un poco al borde. De ese modo, lo
único que lo podía calmar un poco era salir con los amigos de fiesta en Berlín,
siempre dispuestos a hacerle compañía a él y a Bill (de algún modo, los
“amigos” también se beneficiaban de esa asociación). Encontrarse una que otra
vez a Shermine, quien vivía muy cerca y era “amiga” de la mayoría de sus
“amigos”, era el precio a pagar; no obstante, Tom se las arregló para comportarse
cortés pero distante con ella.
A Shermine ese asunto le resultaba un desafío, y
a la vez un desquite por haberse sentido usada; creía que Tom había jugado con
ella al dejarle creer que le gustaba para luego evitarla evidentemente y su
orgullo había sufrido un golpe con eso: ella era Shermine Shahrivar, la mujer
que dominaba a los hombres que quería y los ponía a sus pies, no una a la que
esos gemelos arrogantes podían usar y tirar a su antojo. Eso y la constatación
de que la atención de los fans de Tokio Hotel le hacía muy bien a sus
estadísticas de visitas, lo cual tenía una incidencia en la cantidad de ofertas
de trabajo que se le ofrecían, hacían que no quisiera que él se asustara
demasiado y terminara por escapar de su red, así que más bien su juego era de
acercarse sin imponerse; al menos, por el momento.
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Despertar otro día sin Tom era demasiado difícil;
a la vez que sentía toda su energía vital en bajos niveles solo por el hecho de
no tenerlo cerca, también extrañaba ese buen sexo que los dos siempre lograban
y que nadie más podría emular.
Mirando perezosamente a su teléfono, abrió las
imágenes que había tomado unos días antes. No se permitía tener imágenes
demasiado eróticas, ni desnudos, suyos o de Tom, en la galería de su móvil, por
si de algún modo estas podían ser robadas —esas imágenes y videos los mantenía
en un dispositivo que jamás conectaba en red para que nadie pudiera hackearlo—
pero sí algunos selfies con poca ropa, como uno que se había hecho al despertar,
la última vez que hicieron el amor antes de que Tom viajara, cuando todavía
tenía el cabello rubio, solo en bóxers y con sus dos cruces y su medallita con
la inicial de Tom. Decidió postearlo, puesto que así también le decía a Tom
cuanto lo extrañaba.
Largas llamadas de skype, y llamadas desde el
móvil en los momentos más inesperados, los tenían a ambos conectados. El día en
que Bill al fin viajaría a Colonia, solo la voz de Tom diciéndole que estuviera
tranquilo, que pronto estarían juntos, podía calmar un poco su ansiedad e
impaciencia ante un vuelo muy demorado por problemas climáticos. Cuando
aterrizó al fin en la ciudad, se fue directo a descansar a su hotel; solo
quería dormir para que llegara pronto el momento de encontrar a Tom al día siguiente.
Y justamente Tom lo despertó, con una llamada
desde el aeropuerto.
—Ya estoy saliendo para el hotel; estoy… loco por
besarte, por tocarte, por…
—Yo también, Tomi; apresúrate —solo las palabras
que Tom había pronunciado ya tenían a Bill con una erección empinándose en sus
bóxers; se imaginó que seguramente su gemelo estaría más o menos igual, y
sonrió pensando que pasaría si sus fans lo encontraran allí y notaran aquello.
O si algún oído indiscreto había escuchado lo que Tom acababa de decirle;
bueno, seguramente pensarían que hablaba con una amante.
Cuando Tom apareció en la puerta de la
habitación, fue cosa de lanzar su equipaje y soportar el embate del cuerpo de
Bill incrustándolo en la pared mientras atacaba su boca con besos fieros. Las
palabras quedarían para después; en ese momento, ellos necesitaban hablar con
sus cuerpos, con sus almas, algo que la distancia les impedía y por lo que sentían
una desmedida añoranza; 5 días sin besarse, sin mirarse a los ojos para
alimentarse el espíritu, sin perderse en la piel del otro y respirar de su
aire, eran demasiado para ellos. Pronto ambos estaban desnudos, y Tom era quien
entraba en Bill, ansioso, ávido de esa plenitud que alcanzaban cuando se hacían
el amor, sin que importara quién de los dos dominase el encuentro de sus
cuerpos.
Luego de que recobraran el aliento, entonces fue
el momento de conversar, abrazados en la cama, uno frente al otro con las
frentes unidas.
—Cuando vi esas fans en el aeropuerto, justo
cuando iba a por el taxi… argh… sé que son nuestras fans y se lo debemos, que
hay que sonreírles y ser amables, pero en ese momento las quería mandar bien
lejos.
—Pobres chicas, Tomi, ellas no imaginaban que
estabas adolorido dentro de tus jeans —Bill se rió ligeramente y para Tom fue
como música.
—Solo… iba a terminar de enloquecer si no te veía
pronto; no sé cómo resistí estos días ni cómo… voy a resistir otros más cuando
te vayas.
—Tenemos que aprovechar estos dos días juntos,
recargarnos bastante de energía para cuando nos separemos otra vez.
—Sí, tienes razón —se echó sobre él y reptó por
su cuerpo dejando un rastro de saliva al pasar su lengua.
—Ah, Tom, siempre soy yo el más fogoso de los
dos, pero tú ahora…
—Te he extrañado demasiado —lo miró desde la
altura de su ombligo—, no puedo tener suficiente de ti —siguió bajando y dio un
lametón al glande de Bill que sintió la excitación crecer en él otra vez.
—Tomi, ah… es tarde… tengo que estar en una
charla con Oliver a las 2:45, y antes todos debemos… estar…
—Calla —lo interrumpió Tom—, tengo que hacer
esto, lo necesito —Tom metió el pene de Bill en su boca, lo saboreó lentamente,
y Bill no pudo protestar más; se dejó hacer, puesto que Tom era un verdadero
experto en llevarlo al éxtasis de ese modo y nunca había logrado resistirse
cuando Tom hacía algo como eso, ni siquiera las veces en que ya estaba con la
ropa del show y listo para salir a cantar, y su gemelo insistía en ponerse de
rodillas ante él y tomarlo en su boca hasta el clímax.
Lo que siguió fue una ducha compartida para ganar
tiempo, pero que terminó siendo otra tanda de caricias y besos, y un
desayuno-almuerzo que ambos necesitaban para no desfallecer después de tantas
calorías gastadas en las dos últimas horas.
Poco antes de las 2 de la tarde, Georg y Gustav
llegaron al festival y se reunieron con los Kaulitz para encontrarse con la
prensa y los fans que esperaban. Bill participó en la charla junto a Oliver,
mientras los otros miembros de Tokio Hotel lo apoyaban entre el público, y a
las 6:45 fue el turno del estreno del documental. Posteriormente, todos
encontraron a los fans de la banda para un Preguntas y Respuestas (Q&A) y
fue evidente la complicidad que Bill y Tom mostraban en todo momento. Bill
insistió en quedarse de pie junto a Tom, solo para poder inclinarse sobre él en
cualquier momento, apoyarse en él, sentirlo todo el tiempo cerca. Una fan
argumentó que al no tener subtítulos en inglés, algunas personas no entenderían
nada del documental puesto que no entendían alemán, y Bill solo pudo contestar:
“Al menos Tom se ve muy lindo en el filme”, con lo que atrajo risas y un poco
de rubor de Tom, que no podía evitar su timidez especialmente cuando su amor le
hacía un piropo en público. La comunicación interna entre ellos a través de su
conexión iba paralela a la charla externa, y en un momento que Tom miró
anhelante a Bill, este pudo sentir la necesidad de Tom y se inclinó junto a su
oído: “Billy, tú también estás lindo, en el filme, y acá. Quiero que… tú…”; no
tuvo que terminar la frase para que Bill entendiera y le asintiera sonriendo, y
con una mirada pícara: sí, le haría el amor esa noche a Tom, lo haría como a
los dos les gustaba más, él dominando y Tom entregado a sus caricias, dócil y
tierno: “Pronto”, verbalizó casi inaudiblemente y Tom sonrió, ruborizado otra
vez.
************************************
Otros 4 días de separación, y con la perspectiva
de tener que asistir al lanzamiento de Montcler X y StyleBop, un evento oficial
al que también Shermine estaba invitada; lo tenía bien presente porque ella se
lo recordaba por teléfono siempre que él le tomaba la llamada.
Esta vez le estaba costando más tratarla
amigablemente, porque si no fuera porque temía a lo que esa mujer pudiera
decirle a la prensa si él se negaba a mostrarse cercano con ella ante sus
amigos berlineses, habría inventado cualquier excusa para no asistir y
marcharse a Los Ángeles con Bill lo antes posible. Pero dado que no podía
hacerlo, al menos había reservado pasaje para el primer vuelo de la madrugada
posterior; del evento saldría para el aeropuerto, y esa sería la excusa
perfecta para invalidar cualquier otro plan que la mente diabólica de Shermine
estuviera fraguando para obtener de él algo más.
Ya allí, posó para las cámaras de la prensa
acreditada oficialmente, pero solo; Shermine anduvo dando vueltas por todo el
salón, posando con todos, pero ni una sola vez logró que Tom se le aproximara
cuando las cámaras estaban cerca. Ya mientras departían con el grupo de amigos
era diferente, ahí no podía evitarla sin ser grosero o provocar suspicacias de
los demás, pero se concentró en estar el mayor tiempo posible cercano a Leyla,
quien era tan amiga de él y de Bill. Cuando Leyla se alejaba a hablar con otros
conocidos y posar también un poco, Shermine aprovechaba para dirigirse
directamente a Tom.
—No entiendo por qué tienes que volar esta misma
noche; pareciera que estás huyendo —lo dijo con una sonrisa pero Tom pudo
sentir el veneno en las palabras, dichas en voz alta para que los otros amigos
escucharan.
—¿Huyendo? No —él también podía jugar sus cartas,
y no en vano se la pasaban él y Bill diciendo en cada entrevista que no podían
estar separados por mucho tiempo—; solo ya necesito mi dosis de Bill, y de mis
perros, especialmente de mi Capper —los demás asintieron, conscientes de que
los gemelos no bromeaban con ese tema y que ellos realmente tenían un
comportamiento dependiente, cosa normal en muchos gemelos idénticos.
—¿De veras no piensan separarse nunca? ¿Hacer sus
propias familias? —insistió ella y Tom solo bebió de su trago antes de
contestar con una carcajada y otra pregunta.
—¿Estás imitando a los periodistas de
espectáculos? Creo que ya he respondido a esa pregunta unas cien veces en mi
vida… más o menos.
Los demás también rieron y ella notó que estaba
haciendo el ridículo así que se movió en busca de alguno de sus amigos en el
salón.
***********************************
Tom llegó en su Cadillac, el que había dejado en
el aeropuerto antes de marcharse días atrás; abrió la puerta y los perros le
fueron encima para llenarlo de lamidas, ansiosos por recibir sus caricias;
abrazó a Capper y lo besó, mientras Bill lo miraba sonriendo.
—Yo también quiero —bromeó y Tom solo respondió
alzándose y tomándolo en brazos para besarlo; envueltos uno en el otro cayeron
sobre el sofá, sin parar de besarse. Luego Tom escondió su rostro a un lado del
cuello de Bill, mientras recuperaba el aliento.
—Me encanta como hueles, Billy, dan ganas de
darte un mordisco —dicho y hecho mordió suavemente la piel del cuello de Bill,
quien se removió riendo.
—¿Te volviste vampiro?
—¿Te hace vampiro morder cuellos? Entonces sí. Y
debes haber sido tú el que me convirtió porque a cada rato me muerdes y dejas
marcas.
—Tú me vas a dejar una marca ahora, ¿y qué dirán
mis seguidores de Instagram cuando lo vean?
—Que te lo hizo tu amante. Anoche saliste con
Devon y Shiro, ¿no? Seguramente escogerán a uno de ellos como culpable.
—Ugh, no, ni Devon ni Shiro me llaman la atención
así…
—Ya lo sé, Maüschen,
pero hay que ponerse en la mente de nuestras fans, hay muchas que solo quieren
verte de novio con cualquiera siempre que eso elimine la posibilidad de que tú
y yo tengamos algo... más allá de lo fraternal.
—Estoy escuchando algo de amargura ahí…
—Bibi, estoy cansado, hambriento, y necesitado de
ti; preciso dormir, comer y que tengamos una larga sesión de sexo, pero no
puedo hacerlo todo a la vez, y en parte que esté en esta situación es culpa de
esas fans que nos “aman” tanto que prefieren vernos destruidos que amándonos
uno al otro.
—Calma, Tomi, ya no nos vamos a separar. Come
algo ligero ahora, descansa, y luego te invito a almorzar juntos, fuera;
tenemos todo el tiempo para disfrutarnos ahora.
—Está bien —Tom se paró de sobre Bill—, comeré
una manzana y dormiré unas horas. ¿Vendrás a hacerme compañía en la cama?
—Sí, solo espero que eso no te quite el sueño.
—Hum, en verdad estoy cansado, no podría hacer
nada más que dormir…
—Ok, ve por tu manzana entonces, ya voy tras de
ti.
Aún echado sobre el sofá, un rayo de sol
calentaba su piel, así que Bill tomó su móvil y se hizo un selfie que publicó
inmediatamente en Instagram con un comentario que tenía varios significados:
“besado por el sol”.
Me encanta, espero que puedas seguir aun con todo lo que paso en ese mes donde supuestamente estuvieron separados.
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