VI
Una semana después de que Tom y Bill regresaran a
L.A., Shermine y su pequeña hija llegaron a la ciudad. Ella se alojó en el
lujoso hotel reservado para los invitados a la boda de Roland Emmerich, el
famoso director de cine, con su compañero de 8 años de relación (y veintitantos
años más joven), puesto que la pareja la tenía en mucha consideración. Luego de
instalada, no perdió tiempo para llamar a Tom.
—Hola.
Ya estoy acá. Me hubiera gustado que nos recogieran en el aeropuerto. ¿Estaban
tan ocupados?
—Lo siento, yo... no recordé que llegabas hoy —al
responder la llamada, Tom estaba fumando un cigarrillo en el balcón; Bill se le
unió— y Bill siempre tiene nuevas ideas para ponerme a trabajar, así que se me
va el tiempo sin darme cuenta.
—Está
bien, te perdono si me haces un gran favor —bromeó ella.
—Solo dilo.
—Necesito una
pareja...
—¿Qué? —el tono de voz de él sonó extrañado, Bill lo
miró interrogante.
—Jaja, no te
asustes, digo una pareja para ir a una boda.
—Ah, sí, cierto que viajaste justo por esa boda de...
Roland Emmerich, ¿no?
—Exacto. Y necesito que me acompañes, no va a estar
el resto de mis amigas y, aparte de los novios, tú y Bill son mis conocidos
acá. Si tengo que asistir sola, me sentiría fuera de lugar.
—Te entiendo, pero no me gustaría dejar a Bill solo
—le clavó la mirada a Bill y este entendió sin palabras de qué iba la
conversación que estaba presenciando—; siempre vamos a juntos a las fiestas...
—Pues que venga
Bill también, claro... —ella habría preferido estar sola con Tom, pero si
Bill debía estar para que Tom estuviera...
—¿No será abusivo con los novios?
—No, tranquilo,
ellos son adorables...
—Entonces sí.
—¡Qué
bien! Y... ¿cuándo nos vemos? Para conversar, pasear un poco...
—Ah, disculpa pero... va a ser el día de la boda,
antes estaré ocupado...
—Creo que eres
adicto al trabajo, Tom.
—Un poco, sí —él se rió—. Si tengo algo en mente no
puedo estar tranquilo hasta hacerlo, y hacerlo bien.
—Bueno, será
aburrido el día de mañana, supongo que Dahlia y yo iremos al spa...y nos
pondremos bellas para la noche.
—Sí, hagan eso. Nos vemos...
—Salúdame a
Bill, ¿sí?
—Claro...
Ella colgó y Tom botó su colilla de cigarrillo
consumida.
—Shermine te manda saludos.
—Ya. Está ansiosa por tenerte cerca, ¿no?
—Vamos a ir a esa boda... tú y yo, con ella y
Dahlia...
—No, yo paso...
—¿Por qué? Es una boda gay, con gente famosa, parece
el lugar perfecto para Bill Kaulitz...
—Si voy ella se sentirá acosada por mí, el gemelo
celoso que no te deja en paz. Tranquilo, una noche de Netflix será una
maravilla.
—¿Y no estarás celoso, en verdad?
—Confío en ti.
—Ya quisiera que pudiéramos salirnos de este enredo.
La idea era publicidad mutua, pero Shermine se lo ha tomado en serio.
—Creo que en el fondo quiere molestarme, porque no le
hice caso, seduciendo a mi gemelo.
—Ah, o sea, ella no está interesada en mí, solo quiere
jugártela a ti... ¡eres tan narcisista, Billy! —Tom le sonrió y Bill se
avergonzó un poco.
—Como sea; el caso es que hay que seguir adelante,
hasta ver con qué pretexto la vamos echando a un lado.
—Sí, porque no es muy aceptable que un mujeriego como
yo desprecie a una modelo que se le está ofreciendo en bandeja...
—Eso. No obstante, confío en qué encontrarás el modo
de que se quede con las ganas.
—Lo intentaré.
—Y entonces... ¿volvemos al “trabajo” que no te deja
salir con la modelo, en nuestra habitación?
—Sí... tengo algo en mente ahora mismo... —Tom se le
fue encima para besarlo, dominante.
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La boda y el lugar en que se celebraba eran realmente
impresionantes, aunque Tom de todos modos se sentía fuera de lugar;
especialmente porque Bill no estaba ahí con él. Y un poco también porque el
hecho de que fuera una boda entre dos hombres le recordaba que a pesar de
tantas libertades que ya existían en el mundo ese era uno de los privilegios
que Bill y él nunca podrían tener: celebrar una hermosa boda para mostrar al
mundo cuán orgullosos y felices estaban de unir sus vidas.
La pequeña Dahlia estuvo la mayor parte del tiempo
sentada entre él y Shermine, conversándole, y Tom estuvo muy agradecido por
ello, porque eso le daba un buen pretexto para no hacer caso a los flirteos de
la madre de la niña. Pero cuando se adentró más la noche, Shermine llamó a la
niñera que el hotel le había gestionado para que la llevara a dormir a la
habitación y se quedara cuidándola hasta que regresara, «Tal vez en la mañana»,
le guiñó ella un ojo a la mujer moviendo la cabeza hasta donde estaba Tom, de
espaldas, mirando hacia la adornada piscina, y esta asintió con una sonrisa: no
podía ver el rostro del joven acompañante de Shermine pero incluso de espaldas
parecía un primor.
La bien portada Dahlia se marchó diciendo adiós con la
mano y bostezando ya. Shermine no perdió tiempo para acercarse a Tom, quien se
sobresaltó un poco al sentirla tocándole el brazo; ella le alargó una copa de
champagne con la mano izquierda mientras con la derecha sostenía otra, Tom le
agradeció la deferencia y guardó su móvil en un bolsillo del pantalón antes de
tomar la copa. Shermine brindó con él y bebieron tragos largos.
—Ahora tenemos toda la noche para nosotros solos.
—Pues... no sé, estoy un poco cansado ya; no creo que
soporte mucho más, estuve trabajando...
—¿Otra vez? ¿Trabajando? Me preocupas, Tom; te puedes
enfermar si trabajas demasiado —le echó una mirada burlona, aunque en el fondo
estaba un poco molesta por la evidencia de que él otra vez buscaba subterfugios
para escabullirse.
—No es para tanto —él soltó una risa nerviosa,
adaptándose a la idea de que debía soportar una hora o dos más del ataque
frontal de seducción que desplegaba Shermine a su lado.
Ella enganchó un brazo al suyo y caminaron para
sentarse, conversando acerca del romántico pero a la vez sobrio ambiente que
habían logrado los organizadores de la celebración. Shermine se colocó en una
posición que le permitiera poner sus atributos a la vista de Tom, pero él solo
buscaba la forma de desviar la mirada, y así fue como los captaron las lentes de
los fotógrafos.
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Bill no podía dormir, ni tampoco concentrarse
completamente en la serie que estaba repitiendo —jamás vería algo nuevo sin
Tom, acostumbraban a compartir largas tandas de temporadas de series que a los
dos les gustaban, o estrenos de películas— cuando llegó el mensaje de Tom:
«Este lugar me hace pensar en ti, sé que te habría gustado. Ahí te mando un
video de la piscina. Está bella, ¿verdad? Pienso en nosotros teniendo una
celebración como esta, pero eso es improbable, «las probabilidades están contra
nosotros» realmente. Yo aquí, resistiendo, la enemiga está por volver, ;-), te
amo, Bibi, te extraño, quiero estar ahora mismo junto a tu piel...», el mensaje
se cortó ahí así que Bill supuso que «la enemiga» había recomenzado su ofensiva.
No respondió porque supuso que eso sería inconveniente: ya bastaba con
Chantelle Paige contando que durante su cita con Tom su gemelo lo llamaba
continuamente, no quería a Shermine Shahrivar propagando un rumor parecido acerca
de intercambio de mensajes; pero tampoco se quedaría tan tranquilo... Abrió su
cuenta de Instagram y posteó el video que Tom acababa de mandarle; así mostraba
que de algún modo —en este caso, presente todo el tiempo en la mente de Tom— él
había estado allí.
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Antes de separarse en el lobby del hotel hasta donde
Tom la acompañó, Shermine logró arrancarle otra promesa de compañía: tenía en
planes hacer una excursión a un lugar que le había recomendado una de sus amigas
de Berlín, el lago Big Bear.
—Entonces... ¿puedo contar con que nos llevarás?
Confío en ti y solo en ti para eso, y Bill puede venir también si quiere.
—Seguramente lo hará, le encantan esos lugares de
naturaleza.
—Es una cita entonces... —ella lo besó en el rostro y se
demoró más de lo necesario, respirándole en el cuello, hasta hacerle sentir
escalofríos.
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Natalie Franz y su hijo también habían llegado a la
ciudad, así que Bill volvió a declinar acompañar a Tom a la excursión con la modelo
y su hijita, para mejor aprovechar el tiempo con su amiga.
—Tranquilo, Tomi, ella no va a intentar nada demasiado
peligroso con su hija enfrente.
—Billy... estamos jugando con fuego... podemos
quemarnos. Si ella nota que la estamos usando puede reaccionar mal.
—¿La estamos usando? ¿O ella nos usa a nosotros?
Nuestras fans la siguen ahora, le viene bien la atención.
—Odio ese tipo de atención, y lo sabes. No necesito un
montón de gente hurgando en mi intimidad...
—Un montón de chicas...
—Menos aún.
—¡Por Dios, Tomi! ¡Que no te escuchen hablar así! —se
rió Bill—. Dirán que eres Tom el misógino al que no le importan sus fans...
—A ti tampoco te importan mucho, Billy, solo las usas;
usas y manipulas a todos, incluido a mí.
—Ya, Tomi, no empieces una pelea conmigo ahora, ¿sí?
Solo quiero que esto termine lo mejor posible, y evitar comentarios
indeseables. Cada vez que somos sinceros en una entrevista, se vuelve contra
nosotros; cuando dijiste que era difícil para una pareja soportar que vengamos
en paquete doble, todos prácticamente culparon a nuestra relación de gemelos
del fracaso de tu “matrimonio” con Ria. Ahora con Shermine, pueden seguir con
eso de que no puedes tener a una pareja porque yo estoy en el medio. No quiero
estar en el medio, al menos no para quienes comentan... ¿lo entiendes?
—Entiendo; pero ya sabes que pienso que esto igual nos
puede traer más problemas de los que ya tenemos.
—Veamos cómo sale todo, ¿sí? Este viaje no es nada tan
difícil; pero si se vuelve demasiado insoportable buscaremos cómo acabar con la
farsa, ¿está bien?
—Está bien, pero si vas a andar para todos lados con
Natalie voy a marcarte esta noche; tú eres mío y de nadie más, Billy, no lo
olvides —lo tomó en sus brazos y empezó a besarle el cuello.
—¡Ja! ¡No puedo creer que aún tengas celos de Natalie!
—Y yo no puedo creer que aún no notes cómo ella te
mira —sus manos empezaron a despojarlos de las ropas, y luego a acariciar la
piel que lograba alcanzar.
—Natalie está muy bien casada con Lado, Tomi; no tiene
ningún interés sentimental en mí ni yo en ella, más que amistad.
—No creo mucho en la amistad entre un hombre y una
mujer, y menos si tú eres el hombre... —cayeron sobre la cama que muchas veces
era testigo de sus sueños, pero también de su pasión.
—Entonces tómame, Tom, siéntete poderoso, siéntete mi
dueño, si eso va a hacer que vayas a ese viaje más tranquilo; sé que te fallé
antes pero te juro que nunca más... —Tom selló sus labios con un beso, cortando
el exceso de palabras que Bill siempre tenía dispuestas. Tenía la disposición
para dominar esa noche, lo necesitaba, y vaya que iba a hacerlo.
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Para ir a encontrarse con Natalie en el restaurante
donde se habían dado cita, Bill tuvo que llamar un Uber. Ya extrañaba la
calidez y la felicidad que sentía cuando era Tom quien conducía el auto y lo
llevaba de un lado a otro, aunque fuera solo por acompañarlo. Sin embargo,
había visto cómo Shermine se vanagloriaba en las historias de su IG mostrando
el interior del auto que Tom siempre manejaba. Se hizo un selfie para su cuenta
y comentó: “Asiento trasero para siempre”. Luego notaría que sus seguidores
habían creado todo un drama con esa frase suya, pero la verdad era que en el
momento solo escribió lo que sentía: extrañaba demasiado a Tom y ya se estaba
empezando a molestar por todo el embrollo en que se habían metido. Natalie lo
notó cuando estaban comiendo, ella charlando animadamente sobre las próximas
vacaciones que al fin podría pasar con su esposo y Bill completamente
distraído, hasta que ella se lo hizo notar.
—No debes haber escuchado ni una palabra de lo que
dije. ¿Dónde estás? ¿En el lago Big Bear, tal vez?
—Ya sabes, Tom y yo no nos acostumbramos a pasar
demasiado tiempo separados.
—¿Demasiado tiempo? ¡Bill!, solo se fue esta mañana...
—Es suficiente. Nat, tú nos conoces, tú sabes cómo
somos...
—Lo sé —Natalie había cometido algunos errores en el
pasado con respecto a eso, colaborando de algún modo con Simone y David para
intentar que los Kaulitz dejaran un poco su relación dependiente, incluso fue
ella quien le presentó a Bill a la modelo con la que le fue infiel a Tom, ya
que ambas eran amigas desde hacía mucho tiempo. Eso le había traído como
consecuencia perder la confianza de su amiga y también la de Bill y Tom; por
ello se arrepintió mucho del papel que había jugado en esa historia. Bill la
había perdonado, aunque le tomó su tiempo, y ahora Natalie intentaba todo por
volver a ganarse la confianza de ambos. Con Tom, casi era un caso perdido: Tom
podía ser demasiado resentido cuando se sentía traicionado; pero Bill la había
dejado entrar de nuevo, le había dado un lugar en su vida, y ella quería estar
siempre para él cuando la necesitara, ganarse ese cariño de vuelta—. Y además,
entiendo que te sientas amenazado por Shermine, ella es de armas tomar...
—¿Qué quieres decir?
—Que cuando quiere algo, ella lo consigue.
—No podrá conseguir a Tom.
—Supongo que no. Tom no la dejaría, ¿cierto?
—No la dejaría... —Bill tomó su móvil y le marcó a Tom
casi sin pensarlo; la voz de él al responderle sonó alegre y Bill frunció el
ceño—. ¿Tomi?, ¿está todo bien?
—Ahora sí,
estaba deseando que me llamaras ¡y lo hiciste!, nuestra conexión sigue fuerte,
¿no?
—Te extraño. Ya sé que dije que estaría bien con esa
excursión tuya con Shermine pero... no estoy bien. ¿Dónde está ella ahora?
—Está con Dahlia
mirando los paisajes, y yo le tengo que hacer de fotógrafo, ya sabes... Pero es
bueno, así estoy más alejado de ella. ¿Tú... estas con Natalie?
—Sí, ella está frente a mí, está escuchando todo —Bill
miró a Natalie que no solo le hizo un signo de asentimiento con la cabeza sino
que además le tomó una foto—, Natalie nos apoya...
—Bien —Tom
seguía no aceptando completamente a Natalie pero le daba más confianza saber
que ella estaba muy al tanto de dónde estaba el afecto de Bill.
—Tomi, esta noche nos compensaremos, ¿sí?, no llegues
muy tarde.
—Me escaparé en
cuanto pueda, yo te... —se oyó la voz de Shermine más cerca «¿Hablas con
Bill?»—veré en casa y hablaremos de eso...
—aunque Tom no pudo pronunciarlo, Bill sintió llegarle el «te amo» y el cambio
de tema; era hora de colgar.
—También te amo, Tomi.
Colgó, y por unos segundos su mirada se mantuvo baja,
enfocada en sí mismo y en nada, ensimismado en lo que sentía; al levantarla,
Natalie lo miraba algo enternecida.
—Dan un poco de envidia ustedes dos. Jamás he visto un
amor tan grande, luchando contra tanto.
—Ay, Nat, este amor también nos trae mucho
sufrimiento...
—Ya sé, pero... vale la pena, ¿no?, todo el dolor vale
la pena.
—Lo vale —él sonrió de nuevo al fin—. ¿Me hiciste una
foto mientras hablaba con Tom?
—Sí, no pude resistirme a tu expresión. ¿Puedo
colgarla en mi cuenta de instagram?
—Claro, hazlo —Bill volvió a sus papas fritas, con un
gesto casi aniñado, y Natalie hizo su publicación en unos segundos.
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Estaban de vuelta al hotel en que se quedaba Shermine
con su hija; la pequeña, cansadísima, se había quedado profundamente dormida,
así que Tom se ofreció para llevarla en brazos hasta la habitación; Shermine se
lo agradeció con una gran sonrisa.
Ya allí, la acomodaron en la cama personal al otro
lado del cuarto de baño.
—Podrías ser un gran padre, Tom, me encanta cómo te
comportas con Dahlia... —le tocó uno de los musculosos brazos y él casi saltó.
—No quiero tener hijos; Bill y yo siempre pensamos que
con nuestros perros es suficiente —ella le mostró el amplio sofá y ambos se
sentaron.
—Bill y tú... algún día se darán cuenta de que cuando
hagan su propia familia...
—Bill y yo somos una familia.
—¿En serio? Eso es muy raro, y como... poco saludable.
—Hay muchos gemelos como nosotros. No podemos pensar
en vivir separados, una pareja nuestra tiene que saber eso... y adaptarse...
—¿Me lo estás proponiendo? —ella se acercó más a él,
invadiendo su espacio, y Tom empezó a sentir deseos de escapar, pero a la vez
sabía que hacer algo como eso podría resultar muy contraproducente, ¿por qué no
iba a aceptar un hombre joven, saludable y soltero los avances de una mujer
bella interesada en él? Shermine lanzó su ataque, directo a los labios de Tom,
buscando más cercanía entre sus cuerpos; él se dejó hacer, resignado, y
correspondió lo mejor que podía, hasta que ella intentó empezar a desnudarlo, y
él la detuvo.
—No, no podemos hacer eso aquí con... tu hija ahí
mismo.
—Podemos ser silenciosos —ella le besó el cuello y Tom
se estremeció, en una mezcla de miedo y excitación.
—No, no creo que podamos y además... ella podría
despertar...
—Nos vamos a otra habitación entonces...
—Es mala idea, Shermine, igual Dahlia podría despertar
y asustarse porque no estás.
—Sí, es cierto —dijo ella, parando un poco sus
avances, y algo fastidiada por tanta prudencia como él parecía mostrar—; pero
solo... quédate conmigo esta noche, por favor, durmamos abrazados, besémonos, y
luego, mañana, ya veremos.
Él reprimió sus deseos de suspirar, y asintió.
—Está bien —por dentro, gritaba en pánico, y mientras
se quitaba la ropa y se quedaba en bóxers pensó que Bill se quedaría
esperándolo esa noche, y que necesitaba todas sus fuerzas para resistir a
Shermine, besándolo y acariciándolo, hasta el día siguiente.