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Una vez más, se escaparon a uno de sus paraísos personales: Palm Spring. Rentaron uno de los bungalows del L’Horizon Resort & Spa, con piscina privada y una enorme cama a la que planeaban darle mucho uso, aunque para ellos cualquier lugar era bueno para dar rienda suelta a la pasión.
Tom, obsesivo con la música que componían, se llevó la laptop a la orilla de la piscina, a la que entró desnudo. Bill le siguió la corriente y llevó también la suya, aunque no la abrió: solo trajo copas de champagne para ambos, una vela aromática, y se sentó, él sí con un traje de baño azul, a admirar el perfil de Tom, su expresión concentrada, todas esas cosas que lo hacían tan atrayente e irresistible; para Bill, no había nada ni nadie más perfecto. No pudo absteberse de fotografiar la escena y comentar en su IG: “Working hard, hardly working (Trabajando duro, apenas trabajando)”. A Tom le sonó en su laptop el aviso de que su hermanito acababa de postear algo en su cuenta de Instagram y la curiosidad le pudo. Sonrió al ver la imagen y miró a Bill.